"SOL DE INFANCIA" - Alexandra Domínguez

06 noviembre 201427 noviembre 2014

Dibujo piedras, grabo su sombra. Dibujo sombras, oigo el zumbido de sus partículas elementales alrededor del cero de la nada. Nada más barroco que el aire, nada más sencillo que la cima de las emociones humanas, un mismo destino para lo efímero, un mismo hogar para las palabras dibujadas que oyen los ojos cerrados de los antepasados.

Cosas pequeñas, animales que silban en el bosque. A mis grabados ha traído prestado el poeta sus símbolos, un desconocido ha dejado en mi puerta una cuchara de azúcar, el sabio me ha rozado con la superstición, el navegante me ha convidado a su mito. No es gran herencia lo inútil cuando se convierte en lo imprescindible. Habría de llamarlo memoria, pero lo llamaré poesía en forma de rosa como el amado Pasolini.

El color, he pensado alguna vez, es la ilusión de un recolector de mitos. En cierta forma puede que no sea más que el oficio del mar el oficio del azul, ni otro que el rojo el oficio de las manzanas, como no es el negro sino para la unánime dimensión de la muerte.

Lo trágico no es el ocre amarillo que perdura desde los ritos del hombre de las cavernas iluminando a las civilizaciones del arco iris, lo trágico es la ausencia de la luz y la penumbra de las épocas de sus sucesores. Pongo color donde esta lo sagrado, pigmento
donde resucitará la ceniza. Tengo la misma fe en el verde que en los árboles, semejante alianza con la vibración mágica de la obsidiana y el negro. Manías elegidas en el cultivo de la contemplación. Semillas que echan sus raíces en el sueño.