La piedra vuelve a caer y estoy seguro que desde algún lugar escondido hay una mirada disfrutando de Sísifo volviendo a cargarla. El espectador completa esa caída con su presencia y su interpretación; completa la obra de arte como bien sabemos todos.
Paula ha generado un lenguaje gráfico propio buscando representar su imaginario personal, trata de procesar sus arquetipos mediante el continuo desarrollo de su técnica que le llevan a imágenes de gran potencia visual en la frontera entre lo onírico y lo literal.
Iconos de feminidad, figuras de hombres intervenidas, trazos aleatorios bajo procedimientos seriados, litografías, xilografías y grabados en hueco iluminados sobre diferentes soportes que enriquecen aun más sus resultados desembocan en una gran tela de un gran valor tanto estético como procesual.
Este conjunto de obras que podemos ver en su exposición I saw Fireworks habla del proceso y del resultado, de la continua formación de la artista sumergida en un proyecto de ambición personal, luchando y empeñándose por obtener esa imagen construida en su cabeza.
La metáfora del Andamiaje (W. Bruner) está presente en esta muestra, la forma de progresar mediante la ayuda que García Arizcun ha requerido voluntariamente nos recuerda que constantemente crecemos gracias a la necesidad de los otros en situaciones de enseñanza-aprendizaje. Es así como la pieza protagonista conjuga sus recursos gráficos investigados en sus pequeñas piezas que también pueden verse, desde el trabajo individual subyacente en todos su “bocetos” hasta sus especulaciones por las que todo artista articula su identidad.
La producción artística es una alegoría a nuestras vidas, a ese trayecto incómodo que nunca acaba cargados con nuestra propia historia y ambiciones. La tela final que cierra la exposición (o la abre) habla de Paula García Arizcun, de su manera de vivenciar sus sensaciones y de su forma de trabajo. Andamiaje, como hace llamar a su gran estampación sobre tela, pieza de gran complejidad en su proceso requiere un volver a empezar hasta conseguir minimizar los errores hasta hacerlos imperceptibles. La piedra de Sísifo se convierte en la matriz que Paula ha “cargado” una y otra vez hasta conseguir este acabado que nos convierte en espectadores de esta exposición íntima y delicada.
Ignacio Tejedor López